Orgulloso de ser una persona con síntomas de dependencia emocional

Un artículo de Sergi Ferré Balagué.


Al escuchar un caso particular de alguien obsesionado con otro alguien, o atrapado en un discurso cerrado sobre su propia visión de la vida, a veces nos olvidamos del alcance social que tienen estas miradas aparentemente individuales. De hecho, estas personas llevan el testimonio de una guerra que se disputa en nuestra propia comunidad, al entrar en conflicto con las contradicciones del estilo de vida en el que estamos inmersos.

Son heridos en la batalla, que, como pasó en los años sesenta cuando los soldados norteamericanos regresaban derrotados de la guerra del Vietnam, muchas veces solo se encuentran con la condescendencia y el desdén de los que todavía siguen creyendo en los ideales que la realidad, que ellos traen a su vuelta, obliga a cuestionar.

Todos sabemos del miedo a no encajar, a no ser igual que los demás, a que se nos considere extraños al grupo. Curiosamente, alguien que critica al sistema pero que se encuentra cómodamente instalado en el grupo, podrá articular verdades como puños, pero su comportamiento seguirá reforzando la consistencia del mismo grupo del que pretende diferir. Para cuestionar realmente al grupo mayoritario hay que poder estar fuera de él en algún sentido, y con esto me refiero a los ámbitos en los que rige, que precisamente son todos aquellos que nos hacen sentir mínimamente personas, como el ámbito familiar, relacional, laboral, cultural, etc. Solo sosteniendo este conflicto, de manera visible y consistente, la minoría desertora puede generar cambios y conciencia social. Ser una persona transgresora no es nada de lo que vanagloriarse, todo lo contrario. Es acarrear la marca de Caín.

¿Quien querría entonces, voluntariamente, dar un paso en este sentido? Ninguno deseamos jorobarnos la vida. Vemos con horror las noticias sobre guerras y atentados, pero luego llega la hora de la novela o cambiamos de canal y seguimos intentando mantener el frágil equilibrio de la coherencia personal, que ya es mucho decir porque las cosas no están siendo nada fáciles últimamente. De hecho, son las personas "enfermas", nuestras compatriotas, las que inevitablemente manifiestan en sus vidas los síntomas y estragos de una sociedad descaradamente injusta. Tampoco ninguna lo ha escogido, pero hay una enorme fortaleza en ellas que las hace resistir lo que haga falta, incluso en los episodios de máxima angustia. Esto hace que me quite el sombrero, me sienta admirado y quiera dedicar mi vida esta causa. Hay que ser muy valiente para mostrar vulnerabilidad en estos tiempos.

De entre todas estas realidades, las personas con síntomas de dependencia emocional tenemos mucho que decir. El que escribe se incluye entre ellas. No es la primera vez que salgo del armario (metafóricamente). La primera ocasión, fue para reconocer(me) mi orientación sexual hacia las personas de mi mismo sexo. Es obvio que, a principios de los 90, en plena histeria colectiva debido al sida, ser maricón no era ningún chollo. En ese momento hubiera preferido no serlo, pero después me encontré con personas que sí afirmaban estar orgullosas de su condición, y asistí a las primeras manifestaciones del orgullo gay. ¿Pero cómo me podía sentir orgulloso de ir en contra de todo lo que (se) esperaba de mí? Pues precisamente por las razones con las que he introducido este artículo, porque esta realidad de uno mismo, por muy minoritaria o desacreditada que esté, existe a pesar de todo y para todos, y es cada cuál el que la encarna en su propia piel, convirtiéndose en la punta del iceberg de una causa que es común a todos. Esta es la grandeza de la diversidad humana.

Sí, me siento ORGULLOSO de ser una persona con síntomas de dependencia emocional. No podría ser de otra manera. Con mis queridas compañeras y compañeros nos hemos juntado en una asociación. Nos llamamos GAEDE (Grupo de Apoyo en el Empoderamiento de personas con síntomas de Dependencia Emocional) y tenemos mucho que decir. Te invitamos a que nos conozcas y a participar en nuestras actividades, visitando la web www.gaede.cat

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